El hobbit: La desolación de Smaug

Hace aproximadamente un año escribí el artículo de opinión sobre la primera parte de la película que nos ocupa; El Hobbit: Un viaje inesperado. En él comentaba que dicha película, como integrante de un todo que son las películas de Peter Jackson sobre la Tierra Media me había gustado, y que la veía como una digna (si no superior) parte de ese todo que el director pretende mostrarnos. Además, comenté que veía bien, dada la diferencia entre El Señor de los Anillos y El Hobbit, la inclusión de añadidos tomados de diferentes fuentes mencionadas por Tolkien en algunos de sus escritos; El Silmarillion, Apéndices de ESDLA, Cuentos Inconclusos, etc. Por que el Hobbit es una especie de cuento infantil, y a pesar de que ESDLA es la “continuación” de aquel el tono varía enormemente, y deviene en una especie de fábula sobre el bien y el mal, la situación y la elección de cada raza (y de algunos integrantes individuales de las mismas) en el mundo en el que les ha tocado vivir, etc. El tono se vuelve mucho más oscuro, las tinieblas acechan el mundo, y se pasa de un relato destinado  a los niños, a una gran saga con ramificaciones, moralejas, advertencias, comparaciones, y mucho más. Por todo eso, el equipo encargado de poner en pie el proyecto de El Hobbit, tras el éxito de ESDLA, decide darle un formato similar en cuanto a espectacularidad y momentos épicos; no en vano el equipo es el mismo, y muchos de los actores repiten (a veces, sin venir mucho a cuento, la verdad). 
Tal vez todo eso pudo lastrar un poco la primera parte, tanto el tener que presentar a los personajes nuevos, y tratar de darle un carga épica comparable a la de los de ESDLA, y el querer emparentarla un poco a la fuerza con ESDLA. De todas maneras, como he dicho al principio, y podéis leer en el enlace, a mí me gusto. Pero, en esta segunda parte, tengo sentimientos encontrados, y si bien las críticas que he leído o me han comentado directamente la encuentran superior a la anterior, a mí no me parece exactamente así. Muchos comentarios hablan de la primera como una película que se llega a hacer pesada, que parece no avanzar, y que es solamente un acúmulo de persecuciones, luchas, y efectos especiales; por el contrario, esos mismos comentarios califican a esta segunda parte mucho mejor, diciendo que al fin avanza la historia, que se les ha hecho corta, y que en general está todo mejor desarrollado que en la primera.
Sí, seguramente tengan razón, y curiosamente cosas que se criticaban en la primera, pueden haber sido justamente la que han mejorado esta. Concretamente, me refiero a los añadidos (tanto en guión, como en personajes) a la obra original. Cosas que aparecen en otros escritos de Tolkien, como he mencionado más arriba, y que en El Hobbit (libro) sólo se  mencionan de pasada, como por ejemplo, qué pasa desde que Gandalf abandona la “compañía” hasta que vuelve. O la aparición de Légolas, y el momento “cómico con Gimli…”; también el nuevo personaje de la elfa silvana Tauriel y su, llamémosle, historia de amor. Además, también desarrolla, a veces en un sentido algo diferente al libro, a algún personaje, pero que así puede cuadrar más en esta nueva versión de El Hobbit. Porque como comenté en aquel artículo de opinión, una cosa es la literatura, y otra el cine (y la TV), y cosas que un medio puede funcionar, en otro tal vez no sean adecuadas. Además, hay que tener en cuenta cuando, cómo, para qué, y para quien se escribió El Hobbit y, por supuesto, verlo con la perspectiva que le dio posteriormente su “secuela”, El Señor de los Anillos. Porque si leemos solamente El Hobbit, nos quedaremos con un bonito cuento, tal vez un poco duro para las generaciones de lectores infantiles/juveniles de hoy en día, pero que J.R.R. Tolkien le contaba a sus hijos; pero, si lo englobamos dentro de todo lo que suponen los diferentes escritos del autor (y las continuaciones de su hijo), la perspectiva con la que vemos el Hobbit cambia totalmente. Por eso Peter Jackson, más que adaptar el cuento El Hobbit, ha realizado una visión coherente con su visión de la Tierra Media, con esa perspectiva global de la que estoy hablando.
 

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